En pleno arranque de la campaña por la Consulta Popular, Petro destapó la doble cara de Álvaro Leyva y lo acusó de traición tras revelarle planes de reelección.
El mandatario no se guardó nada y desde Soledad, Atlántico, soltó una bomba política: aseguró que Leyva, hoy su más duro crítico, fue quien durante meses le hablaba de caminos para la reelección, incluso sugiriendo una Asamblea Nacional Constituyente como vía para lograrlo.
“Todos los días siendo canciller me indicaba el camino que tenía que utilizar para hacerme reelegir, esa es una contradicción. Hipocresía y doble moral”, dijo Petro, dejando claro que las acusaciones del exfuncionario ahora suenan a traición pura y dura.
Y es que Leyva, quien salió por la puerta de atrás del Gobierno tras el escándalo de los pasaportes, apareció esta semana con una carta cargada de veneno político, en la que acusa al presidente de tener problemas de drogadicción. ¿Pero qué credibilidad puede tener alguien que, según el propio Petro, fue nombrado por ingenuidad y terminó mordiéndole la mano?
“Tenía que insultarme y clavarme una daga, como cierto lumpen bogotano que ataca por la espalda”, dijo el jefe de Estado con tono desafiante, en un discurso donde también dejó claro que si vuelve al poder, será “porque el pueblo ha hecho una revolución”, no por trampas ni artimañas como las que sugería Leyva en privado.
Petro no solo respondió a los ataques con contundencia, sino que también encendió motores para movilizar al país este primero de mayo, llamando a millones de colombianos a salir a las calles. Campesinos, mujeres, jóvenes y trabajadores están convocados a defender las reformas sociales que el Congreso, bajo el control de la derecha tradicional, ha intentado bloquear.
El mandatario, quien se recuperó recientemente de una cirugía estética menor, apareció sin bufanda y con gorra, reafirmando su conexión con el pueblo. Acompañado de su equipo de confianza entre ellos Gustavo Bolívar y Armando Benedetti, dio inicio oficial a la campaña por el Sí en la Consulta Popular, una jugada estratégica que, más allá de las reformas, también marca el inicio simbólico de la batalla por el 2026.
Mientras tanto, Leyva sigue intentando hacer ruido con cartas llenas de dramatismo, pero su pasado en el Gobierno lo persigue: fue suspendido por la Procuraduría y cada vez es más evidente que su relación con Petro terminó en un cruce de caminos entre la ambición, la ingratitud y la vieja política que él decía haber superado.