Después de medio siglo de abandono, el Gobierno de Gustavo Petro resucitó los rieles del país con el “Tren de la Vida y la Esperanza”, una joya ferroviaria que vuelve a poner en marcha la historia y el turismo en Boyacá.
Después de medio siglo de silencio sobre los rieles, el Gobierno del presidente Gustavo Petro le dio vida otra vez al transporte ferroviario de pasajeros con el lanzamiento oficial del “Tren de la Vida y la Esperanza”, una ruta turística y social que ya une Nobsa, Sogamoso, Duitama y Paipa.
Con vagones restaurados, aire acondicionado, sillones de lujo y hasta un vagón “legado” que mantiene intactos sus elementos históricos, el tren no solo ofrece comodidad: trae un símbolo de memoria, de identidad y de éxito de un gobierno que buscó algo más que promesas. “La nostalgia y la memoria de los trenes ya se vuelve una realidad, regresa la posibilidad de viajar en un tren como este de pasajeros que por primera vez en 50 años ofrece este servicio a Paipa”, dijo la ministra de Transporte, María Fernanda Rojas durante el estreno.
La recuperación de 14,8 kilómetros del corredor férreo Bogotá–Belencito, una inversión de unos 150 mil millones de pesos para infraestructura y otros 180 mil millones para administración y mantenimiento, fueron fundamentales para que el tren pueda operar con garantías de largo plazo.
Este proyecto liderado por el Estado, en alianza con Acerías Paz del Río, forma parte de una estrategia más amplia que ya prioriza seis grandes corredores férreos con una inversión proyectada que ronda los 94 billones de pesos, todos ellos esperados para estructurarse o adjudicarse antes de que termine el mandato presidencial en 2026.
En contraste, los gobiernos anteriores, especialmente los uribistas, habían dejado al ferrocarril en el olvido, privilegiando otros modos de transporte y descuidando líneas históricas. Hoy, con Petro al timón, la infraestructura ferroviaria renace no como proyecto fantasioso, sino como obra palpable, turismo, empleos y orgullo patrimonial. El Tren de la Vida y la Esperanza ya está en marcha: no es un plan temporal, es el regreso de lo que durante décadas fue promesa dormida.
Por fin los rieles cuentan historias otra vez. Por fin Colombia viaja en tren.